Estamos en mayo, llega el buen tiempo... Se abre la temporada de asados y parrilladas. Aunque lo irónico es que hasta julio no voy a poder repetir.
Esta vez, lo que os quiero contar está en el fuego. No es que lo hayamos descubierto ahora, pero si la forma de prenderlo. El año pasado ya había dicho basta a esas pastillas encendedoras. No las quiero, no las necesito, no me gustan. Supongo que fue uno mas de los errores que cometimos a finales de los 80 y principios de los 90, el progreso. Ahora cuando voy al monte en bici me llevo un saco y lo lleno al bajar. Incluso estoy planteándome traer también leña. ¿por que no?
Ahora voy por algo mas tradicional, ecológico e incluso mas chulo [¿que sería de mi sin mi?]. Encender el fuego con un par de piñas y hojas de pino mola mas. Pico, creo que se llama. Esto último fue recomendación del Sr.Manuel y lo cierto es que prende como la gasolina. Acercar una cerilla y al momento, todo arde. Ya estoy esperando el día de tener un pedernal, como Bear. Me encanta el fuego, después de todo, nos lleva a los orígenes del dominio humano y a la primera forma de cocinar los alimentos. ¿será el siguiente paso una lanza?... creo que me estoy desviando. Volvamos al sagrado elemento.
Mientras mi super barbacoa/asador/horno aun no existe, sigo utilizando el tambor de lavadora reutilizado y montado sobre unas patas para las labores culinarias.
Ah!, que me olvidaba. Asé unos jureles. Se me pasó sacar una buena foto, así que hay que conformarse con los restos, lo último que queda en la parrilla. Por cierto, ahí no hay ninguna salchicha, solo es producto de tu imaginación.
UN REFERENTE. Espárragos y tagarninas.
Hace 8 meses
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